Los
tenistas son los grandes protagonistas de los torneos de tenis, pero hay
muchas otras personas detrás que hacen que cada torneo sea posible
(organizadores, patrocinadores, recogepelotas, jueces de línea, jueces
de silla, cuidadores de la superficie, de las pistas, y un largo etc...)
Los mejores jueces de silla del mundo tienen la chapa de oro,
la única que te da derecho a arbitrar finales de Grand Slam, Copa
Davis, Masters, Copa Federación y Juegos Olímpicos. Sólo cinco jueces de
silla la tiene, el portugués Carlos Ramos, el francés Pascal Maria, el estadounidense Jake Garner, el inglés Alison Lang, y el español Enric Molina,
y forman el llamado "Team", los cinco magníficos con fulgor dorado en
la pechera. En realidad son 3 los chapa de oro, pero sólo cinco trabajan
para la ITF y los Grand Slams, pudiendo arbitrar las finales e impartir
cursos en todo el mundo, de ahí lo del Team.
Aquí os dejo una lista de los árbitros más conocidos en el mundo del tenis:
Enric Molina (español), es uno de los 5 mejores del mundo.
Pascal Maria (francés), es uno de los 5 mejores del mundo.
Jake Garner (estadounidense), es uno de los 5 mejores del mundo.
Carlos Bernardes (brasileño)
Mohamed Lahyani (sueco)
Lars Graff (sueco)
Cedric Mourier
Kader Nouni
Steve Ullrich
La
mayoría de los tenistas han dicho que Mohamed Lahyani es el mejor
árbitro.
Para Roger Federer, y para Rafael Nadal, Lahyani es el mejor juez de silla del mundo.
Para Roger Federer, y para Rafael Nadal, Lahyani es el mejor juez de silla del mundo.
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Algunos lo consideran el Pierluigi Collina del tenis, el modelo de referencia.
Mohamed Lahyani, que goza del respeto de sus colegas y de los jugadores, es, antes que nada, esa sonrisa que no lo abandona en ninguna circunstancia. Es también esa voz que resuena en las principales pistas del circuito mundial. Pero principalmente es un árbitro de muy alto nivel. Este sueco de origen marroquí cuenta su ''pasión por el oficio'' para justificar su popularidad:
''Arbitrar es un pasatiempo que se convirtió en mi profesión'', explica con entusiasmo este hijo de un enfermero, nacido en Uppsala, a 70 kilómetros de Estocolmo.
''Yo era un chico al que le justaba jugar al tenis, pero no me destinaba a la profesión de árbitro. En marzo de 1983, durante el Masters de Suecia, acepté dar una mano y me encontré sentado en una de esas altas sillas. ¡Y lo disfruté muchísimo! Arbitré partidos de Wilander, Edberg y otros tantos. Allí fue donde me picó el gusanillo…''.
Mohamed Lahyani, que goza del respeto de sus colegas y de los jugadores, es, antes que nada, esa sonrisa que no lo abandona en ninguna circunstancia. Es también esa voz que resuena en las principales pistas del circuito mundial. Pero principalmente es un árbitro de muy alto nivel. Este sueco de origen marroquí cuenta su ''pasión por el oficio'' para justificar su popularidad:
''Arbitrar es un pasatiempo que se convirtió en mi profesión'', explica con entusiasmo este hijo de un enfermero, nacido en Uppsala, a 70 kilómetros de Estocolmo.
''Yo era un chico al que le justaba jugar al tenis, pero no me destinaba a la profesión de árbitro. En marzo de 1983, durante el Masters de Suecia, acepté dar una mano y me encontré sentado en una de esas altas sillas. ¡Y lo disfruté muchísimo! Arbitré partidos de Wilander, Edberg y otros tantos. Allí fue donde me picó el gusanillo…''.
En
1991 obtiene su ''White Badge'' y apenas dos años más tarde, ya estaba
en los Juegos Olímpicos de Barcelona, donde Bruno Rebeuh advierte sus
cualidades y lo invita a Niza y a Montecarlo.
En 1997, se convierte en árbitro profesional. Desde entonces arbitra en los torneos del Grand Slam con su singular estilo, esmerándose en instalar un ambiente relajado en la pista, pero sin perder la concentración.''No soy un dictador sentado en mi silla. Me gusta el diálogo, la comunicación, sonreír, y así logro ganarme la confianza de los jugadores''. Y también se ganó así la confianza de los jueces de línea, que comentan: ''El nos hace sentir a gusto, en confianza. No duda en guiñarnos un ojo cuando tomamos una decisión correcta. Es muy agradable y así estamos más relajados''.
Este
musulmán, que goza de gran popularidad en los países árabes, puede
presumir de haber sido el árbitro del único duelo entre Pete Sampras y
Roger Federer (Wimbledon 2001). Pero el Nadal - Djokovic de Madrid 2009,
que duró 3 horas y 59 minutos, no deja de ser uno de los partidos más
entusiasmantes de su carrera.En 1997, se convierte en árbitro profesional. Desde entonces arbitra en los torneos del Grand Slam con su singular estilo, esmerándose en instalar un ambiente relajado en la pista, pero sin perder la concentración.''No soy un dictador sentado en mi silla. Me gusta el diálogo, la comunicación, sonreír, y así logro ganarme la confianza de los jugadores''. Y también se ganó así la confianza de los jueces de línea, que comentan: ''El nos hace sentir a gusto, en confianza. No duda en guiñarnos un ojo cuando tomamos una decisión correcta. Es muy agradable y así estamos más relajados''.
Si bien le gustaría arbitrar una final de Grand Slam, no es para nada una obsesión.
''Sería una bella recompensa'', nos confía Mohamed. ''Pero la verdad es que arbitrar un encuentro entre dos desconocidos en una pequeña pista me procura el mismo placer. Además, contar con el respeto de los jugadores, es algo así como mi final de Grand Slam''.
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